«Yo, para violar la ley, estoy lavado. Como criminal me moriría de hambre», se decía a sí mismo mientras deliberaba si se pasaba o no el semáforo en rojo. Ya era de noche, la calle estaba vacía, no había policías ni cámaras de tránsito y nadie se iba a enterar de la infracción. Además […seguir leyendo…].
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20 de noviembre de 2012 a las
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